Ceremonia Rocío y Héctor 06

Rocío y Héctor sabían que querían recordar el día de su boda para siempre y, por ello, decidieron contratar a un buen servicio de fotografía de boda en la provincia de Burgos en el que reflejar en el reportaje de boda cada una de las sensaciones que podían palparse en el ambiente. Y no fue fácil, ya que la magia que se fue creando con cada uno de los preparativos superó las expectativas de una jornada en la que la palabra amor cobró una vez más sentido.
La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de Mazuelo de Muñó, en Burgos, un pequeño municipio en el que destaca un imponente castillo que habla de historia pero que, en esta ocasión, fue testigo de un evento en el que se demostró que el mundo, incluso cuando parece tornarse oscuro, sigue teniendo sentido, porque no hay nada como un “sí quiero”, como una mirada cómplice, como una demostración de emociones infinitas o como las lágrimas de felicidad que en tan pocas ocasiones se muestran.
Tras prepararse junto a sus mejores amigas en su casa, un lugar campestre rodeado de animales que muestra la pureza del pueblo, la novia llegó a la cita en un bonito coche de época que se convirtió por un momento en el pasaje de los sueños. Una vez allí, los invitados, al verla radiante, se dieron cuenta de nuevo de que no era una boda más, sino un acontecimiento en el que dos personas con una conexión muy especial iban a unir sus vidas para siempre. El vestido, el ramo y el peinado representaban la esencia de Rocío, elegante pero sencillo, sacando partido al más mínimo detalle. La inmensidad del edificio se quedaba pequeña ante los sentimientos tan profundos que se mezclaron por parte de los protagonistas, los familiares y los amigos. Promesas, palabras bonitas, recuerdos, sonrisas y caricias que recordaban el motivo de aquel encuentro que demostraba una vez más que el amor, el de verdad, existe. Al terminar, los invitados no controlaron su emoción, provocando una lluvia, más bien huracán, de arroz sobre los cuerpos de los novios que pisaban por primera vez la calle como marido y mujer.
En este momento, acompañamos a Rocío y a Héctor hasta el castillo para inmortalizar las primeras sensaciones tras dejar atrás su noviazgo y convertir su unión en algo mucho más fuerte y consolidado. Sonrisas, nervios, besos, miradas y otros muchos gestos hicieron evidente que el “sí” había sido con mayúsculas.
Al tratarse de una boda en la provincia de Burgos, el lugar elegido para el banquete fue el restaurante Sotopalacios, un sitio tan histórico como cercano, que se volvió realmente especial aquel día debido a que la decoración había sido diseñada por los protagonistas de esta historia. Querían aportar su toque personal, hacer sentir a los invitados como en casa y, sin duda, el objetivo lo consiguieron con matrícula de honor. La comida y la bebida destacaron por ser deliciosas, y pudo ser degustada por unos invitados que palpaban el encanto del emplazamiento en el ambiente. Regalos, brindis, baile y sueños cumplidos. No se podía pedir más, puesto que aquello que se anhelaba se había hecho realidad gracias a la implicación de un conjunto de personas que creyeron que todo era poco para poner de manifiesto el amor que existe entre dos personas que se entienden, se respetan, se ayudan y se admiran de forma diaria.
Por supuesto, era imprescindible crear un buen reportaje de boda que hiciera recordar este día tal como fue, reflejando sobre el papel el significado de la amistad, del amor, del cariño, de los detalles, de la fidelidad y de esos gestos que significan “para siempre”.