Reportaje de boda de Myriam y Jorge

Hay bodas en la que no te puedes quedar con el hecho de mostrar una preciosa ceremonia en un bonito paisaje de la Sierra de Gredos en Ávila a través de la cámara. Es un tipo de trabajo de reportaje de boda que convierte en un reto por el hecho de capturar aquellos instantes que quieren ser recordados para siempre, pero no de cualquier manera, sino de una forma emocionante, elegante y sutil, convirtiendo una lágrima en un sentimiento que puede guardarse en un álbum de fotos para toda la vida.

Todo preparado

Myriam y Jorge se casaron en Torre Mayorazgo en Villatoro, Ávila un 26 de octubre. Tenían claro lo que deseaban desde el principio, una celebración muy especial que pudieran guardar en una cajita de recuerdos para siempre. Sabían que cada momento y cada gesto sería importante, e hicieron una boda que enamoraba en cada rincón, no solo de cada uno de los elementos que componen esta tierra. Ese día intentamos inmortalizar los sentimientos que durante aquella jornada se encontraban a flor de piel. Y así fue.

Si hay una palabra que podría definir esta boda sería “natural”. Todo estaba estudiado con detalle para que novios e invitados se sintieran especiales cada minuto del día. Los protagonistas de esta historia supieron organizarlo de una forma auténtica, teniendo en cuenta en todo momento que lo importante eran las personas, la familia, los recuerdos y los amigos.

Un día perfecto

La naturaleza y todos  sus componentes se pusieron de acuerdo aquella jornada de otoño para que no solo la decoración de la finca, sino todo lo que la rodeaba, estuvieran perfectos. El verde de los árboles que se distribuían a lo largo de las montañas que formaban parte del paisaje, el cielo azul, el brillo del sol y el reflejo del agua que actuaba de espejo consiguieron que el lugar se convirtiera en un rincón idílico en el que cualquier sueño pudiera hacerse realidad. El mobiliario, los cestos, las plantas, máquinas de escribir y otros elementos decorativos antiguos escogidos para la ocasión hicieron el resto.

Ahora, nada comparado al amor que se respiraba en el ambiente, a la sonrisa de los novios, a las lágrimas de felicidad de los invitados. Miradas cómplices, los dedos entrelazados y los labios que susurraban “para siempre” fueron el cóctel perfecto en una ceremonia civil en la que otras historias de amor demostraron el poder de este último, incluso con el paso de los años. Así se evidenció cuando el padre de la novia explicó la felicidad que había supuesto para él cruzarse con la madre de la misma décadas atrás. Y alguien que sabe de relaciones ejemplares aseguró haber descubierto esas mismas sensaciones en la historia de su hija, por lo que no podía sentirse más satisfecho con la persona que se encontraba a su lado.

Por supuesto, un detalle que llamó la atención fue ver a Rosco, el perro de los novios vestido para la ocasión, mostrándose exactamente como lo que es: un miembro más de la familia. El animal no era consciente de todo lo que estaba teniendo lugar, pero sabía que era importante, por lo que no se perdió ni un solo detalle, mostrando esa fidelidad que le caracteriza.

Besos, abrazos y gritos de “Viva los novios” dieron por terminado aquel momento que daba paso al convite, a unas mesas preparadas con mimo y que ofrecerían a los allí presentes platos y bebidas deliciosos que estaban a la altura de una celebración tan importante. Los brindis, los regalos regados con lágrimas de emoción, las risas y las canciones improvisadas no se hicieron esperar. La tarta, el libro de firmas, el fotomatón… la jornada iba transcurriendo y parecía que ya nada podía ser más perfecto. Pero quien presume de buenos amigos nunca puede dar nada por hecho.

Un final de fiesta inolvidable

Y allí aparecieron Los Desgraciaus, como esa guinda del pastel, con su energía, sus ganas, sus espectáculos… que son capaces de mejorar hasta lo que ya parecía perfecto. No hubo invitado que no se animara a formar parte de sus míticos Coches Chocones, con disfraces incluidos. La simpatía de las letras de sus canciones y su claridad llenaron de carcajadas el ambiente, de baile, de alegría, de recuerdos, de comienzos y de sentimientos que formalizaban todo en lo que su momento fue nuevo.

La magia estuvo presente durante todo el día, pero esta brilló aún más cuando novios e invitados encendieron unos farolillos que flotaban sobre el lago que se encontraba junto al torreón. Su luz dejó ver aún más las emociones que se respiraban en aquel rincón de Ávila. Por un momento se paró el mundo para que este se alimentara de todo lo vivido durante aquel sábado de octubre.

El mejor recuerdo: Un buen reportaje de boda

Pero, por supuesto, el tiempo pasa, y, por muy fuertes que sean, los recuerdos se diluyen, y un buen reportaje de boda te ayuda a revivir sentimientos que tuvieron lugar semanas, meses y años atrás, convirtiéndose en esa varita mágica que te traslada a aquel momento en el sentiste que el universo, por un instante, fue solo tuyo.

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